ALGUNOS ENIGMAS EN LA ADOPCION

Lic. Mariano Segura

 

          EL NACIMIENTO: CONSTITUCION, EL NIÑO Y EL OTRO.

        El ser humano nace en un estado de desamparo y prematurez, no tiene la posibilidad de alimentarse a sí mismo, es incapaz de satisfacer sus necesidades biológicas como son el alimento, el abrigo, etc. Este estado de desamparo e indefensión enaltece la figura del otro de los primeros cuidados, ese otro significativo que con su acción va a provocar el cese de la tensión en el niño.

        Ese otro primero, puede estar encarnado por la madre, pero también puede ser el padre, el abuelo, el tío, LA FAMILIA ADOPTIVA o en otros casos las enfermeras de Neonatología, alguien de las familias cuidadoras, alguien de las instituciones, etc.; no importa quien sea, lo importante es que alguien ocupe este lugar de los primeros cuidados y que pueda significar al niño.

         El otro al realizar la acción (con una caricia, la leche, alzarlos y balancearlos, hablarles) va a dar algo que cree que es necesario al niño, quien se comunica con el llanto y el grito como llamado y el otro cree interpretarle su necesidad.  Digo cree, porque no siempre coincide la interpretación de la necesidad con la necesidad real pues que el niño llore no implica necesariamente que quiera la leche,  puede querer otra cosa. Entonces se inscriben en el niño experiencias de placer y dolor.

        Entonces el niño alcanza cierta satisfacción, pero nunca es plena, nunca va a satisfacer del todo nunca va a haber una complementariedad perfecta,  el niño esta CONDENADO a una desadaptación, desde el inicio.

        El sujeto (niño) se sentirá amado, mirado, visto, como amable y a partir del cual el otro creerá ilusoriamente que estará incondicionalmente a su disposición.

        Pero ese otro primero que cuida y asiste al niño, también tiene fallas, es incompleto, está atravesado por el deseo y por limitaciones, por lo tanto va cayendo esa incondicionalidad. En nuestra cultura la madre ocupa o encarna el lugar de este otro de los primeros cuidados.

         JACQUES LACAN caracteriza a la madre como deseante, no se trata de una madre niñera, de una madre "maternal", sino de una madre "mujer" y en cuanto tal atravesada por una falta y deseante. Lo importante no es si la madre es buena, o mala, o adecuada o no, si cumple con los ideales de la función materna, sino cual es su posición como deseante, que desee que este hijo viva y crezca.

         El sujeto se constituye a partir de otro que lo desea, es decir, es allí donde hubo una falta en el otro, el otro algo no tuvo, donde algo se deseó, y ahí se aloja un hijo (biológico o adoptivo).

        No podemos saber del deseo sino a través de los anhelos concientes que al concretarse, permiten algo de la realización del deseo inconsciente. Por ejemplo el anhelo de tener un hijo. El deseo se realiza en forma parcial, no hay ningún objeto que pueda colmarlo, y gracias a que no hay un objeto que colme es que hay vida, un motor que busca.

         El niño en el mejor de los casos puede ser causa de deseo de la madre, digo en el mejor de los casos porque en otros casos el niño es ubicado en el lugar de objeto único de satisfacción obturando el deseo de la madre, donde no hay pregunta. El niño es causa de deseo, es decir como motor, está en el antes del deseo, y esto permite un movimiento. Esto es el juego que se produce entre la representación anticipada del hijo, ilusión de perfección narcisista, y cuando nace el niño; siempre hay una diferencia entre el hijo real y el hijo imaginado, diferencia productora de trabajo

         Por lo tanto podemos afirmar que el niño que es adoptado resalta que se trata del deseo, del deseo que lo hizo nacer, del deseo de sus padres adoptivos que hicieron de ese niño su hijo. Lacan         la idea de que somos todos hijos adoptados de un deseo que nos hizo vivir, donde se constituye la subjetividad, la transformación del infans en sujeto.                     

                            INSTINTO, DESEO Y ADOPCION

         Podemos pensar que la maternidad y paternidad no es un hecho biológico natural como ocurre en los animales, ya que la operación por la cual dos personas le dan vida a otro (niño) es una operación simbólica, socialmente organizada por las culturas. Se sabe que no existe cosa tal como una propensión natural hereditaria, un impulso que lleve a la mujer a comportarse respecto de la procreación como las hembras de otras especies. Es decir no habría en la madre un saber hacer instintivo como conjunto de conductas concretas que le posibilite entender lo que su hijo necesita y resolver cuestiones referidas a la crianza de los niños.

         A falta de instintos, por lo tanto, nos manejamos con dos fuerzas que gobiernan nuestro psiquismo, pulsión de vida (el deseo), y pulsión de muerte.        

        El DESEO es un resto que cae entre la necesidad y la demanda, eso que puede ser como un hueco, un vacío, una hiancia, que produce un movimiento de búsqueda, que es motor de vida en el sujeto  

         Planteamos que para que se ponga en movimiento el deseo tiene que haber una instancia posibilitadora de que en un sujeto se abra un espacio para desear, y ahí puede o no venir un hijo. En la medida en que en la mujer-madre aparezca algo de su propia falta o carencia, soportando ser no-toda, ser incompleta; es que podrá o no movilizarse e ir libidinizando un espacio que podrá dar lugar a un hijo.

        La maternidad y la paternidad no es un bien transmisible sino una posición que se construye, puesto que cualquier mujer puede dar a luz a un niño, pero esto no significa que haya devenido en madre de ese hijo, que desee cuidar de él, estableciendo lazos de afecto entre ambos, ni que ese niño pueda ser contextualizado o significado como hijo.  

        Para sostenerse como padre no es necesario tener un hijo biológico, también puede ser ADOPTIVO. Lo que es posible decir, es que un hijo solo llega si hay un deseo, pero el deseo que un hijo supone que le dio la vida será ENIGMATICO.

         El deseo es inconsciente, diferente a un anhelo conciente de tener un hijo o en otros casos de comprar un hijo para completar la foto familiar. La demanda conciente del hijo, en tanto reclamo verbal o el decir tengo ganas de tener un hijo; no es lo mismo que el deseo inconsciente.

         Un ejemplo de esta diferencia es cuando en la Esterilidad sin causa aparente, cuando no hay compromiso orgánico o lesión orgánica, se quiere tener un hijo desde lo conciente, y sin embargo desde lo inconsciente no se puede.

        A veces se puede abrir una instancia posibilitadora a partir de un desplazamiento en la posición del sujeto, en numerosos ejemplos: cuando una mujer consigue embarazarse después de una promesa a la virgen, o después de adoptar, o después de las entrevistas de la etapa evaluativa, o cuando está a punto de adoptar, o cuando se embarazó la amiga, etc.

         La pregunta es si la persona podrá o no responder al niño que es producto de una relación, es decir significarlo como hijo.  Esto implica inscribirlo en el registro simbólico de filiación, para que dicha inscripción se produzca es necesario una falta, un entre-dos. Por lo tanto, el lugar de padres, puede sostenerse en algunos momentos y perderse en otros.

        En las parejas que entrevistamos, las mismas cuentan sus motivaciones y explicaciones de la decisión de adoptar, diciendo "que tiene mas sentido la vida, no sentirse solos" "Nos invitan a los cumpleaños de los niños" "Como una proyección, vivir para alguien". El: "que sea varón, que continúe el apellido, uno quiere trascender" Ella: "nos hace falta un bebe, tenemos mucho para dar". Estas respuestas son movimientos de búsqueda del sujeto ante las preguntas acerca de la sexualidad, la existencia y la diferencia generacional; y al adoptar pueden tener mayores respuestas y afirmarse en su ser (falta en ser), pudiendo sentirse con atributos que le permita realizarse (realización del deseo inconsciente, no satisfacción plena).

        El deseo de embarazo no es lo mismo que el deseo de un hijo. Siguiendo a la Lic. Beatriz Rodriguez, decimos que hay una diferencia entonces, entre el DESEO de TENER HIJO (de embarazo) y DESEO DE SER MADRE, el deseo de tener un hijo implica la búsqueda narcisística focalizada en la capacidad corporal de embarazarse, parir, y amamantar; el deseo de ser madre implica la consolidación de sucesivas identificaciones que dan lugar al ejercicio y desempeño de una función subjetiva.

        SE LO ESPERA DE DETERMINADA MANERA

        Durante la etapa de evaluaciones (entrevistas) con las parejas que están a la espera de la adopción, se trabaja acerca de su deseo de hijo. Este deseo de hijo, no es un deseo abstracto, se lo espera de determinada manera: si es un hijo biológico que sea bello, sano e inteligente, y aparece la sobrevaloración de la herencia genética, que reproduzca a sus padres. Si es un hijo adoptivo también es un deseo definido, "recién nacido hasta un mes"," recién nacido hasta un año", sano, no prematuros, de la misma etnia o de etnia diferente; "podríamos adoptar hermanos porque nuestro proyecto familiar fue tener muchos hijos pero ante de los 5 años, por el tema de la escuela". "No quiero un bebé, porque me dan miedo, son frágiles"."Quiero adoptar un niño porque ya tengo uno biológico, y no puedo quedarme mas embarazada". "Quiero adoptar, porque si me quedo embarazada puedo perderlo, ya he perdido por presión alta en los embarazos". “Quiero adoptar un niño porque no puedo tener mas por los médicos que me dicen que puede tener dificultades motrices; "me aterrorizan las enfermedades graves, que sea sano".

       Desde antes del nacer, el cachorro humano está bañado por el lenguaje, es la pre-historia del sujeto, lo pre-existe, algo se ha dicho de él (no importa qué se dice), se ha pensado un nombre para él, tiene un lugar en la estructura familiar. Venimos a un mundo que tiene que ver con el orden simbólico. Las parejas que quieren adoptar piensan también en nombres, "me gusta Agustín porque los que se llaman Agustín son buenos,.."Ella: yo he pensado en Santi, por santo, mi papá se llamaba Santos, por los Santos a los que le he pedido...”

       

                   MARCAS DE UNA HISTORIA PARTICULAR: DOS ESCENAS.

        En la adopción hay dos pre-historias que preceden o anticipan al niño, una de la cual hablamos anteriormente, que es todo lo que aporta la familia adoptiva: desde el nombre hasta todo lo que se habla del niño por llegar; la otra es la pre-historia biológica y todos los relatos que los padres adoptivos han podido recoger de la misma. La pregunta es si esta pre-historia biológica deja huellas o marcas, en relación a la pérdida de la madre biológica, el abandono, el mal-trato o mal-uso, las experiencias en las familias cuidadoras o en las instituciones (hogares). 

         Ahora bien, cabe aclarar que de lo que sucedió (realidad material), no vamos a tener noticia y por lo tanto tampoco tenemos acceso a ello, algo se inscribió pero no sabemos qué. Hay una diferencia entre lo que sucedió y lo que se inscribió (realidad psíquica), es decir, que no se puede hablar de una copia fiel. Como decíamos al principio, en un comienzo en el niño, cuando se esta constituyendo su psiquismo, lo que predomina en los primeros cuidados son las experiencias de placer-displacer o dolor, los bebés responden a voces, olores, texturas, que son rasgos desprendidos de la relación con el semejante.

        Estas huellas de los primeros tiempos se ensamblan y resignifican, algunas experiencias más o menos afortunadas con la madre originaria u otras personas, pueden encontrar continuidad en el encuentro logrado con la familia adoptiva, y experiencias dolorosas pueden ser reabsorbidas por el tejido psíquico a partir de cuidados que posibilitan una disminución de las tensiones sufridas.

         Por lo tanto, donde habría trauma, si es que lo hubo?                

siguiendo al psicoanálisis, podemos pensar que hay dos escenas, la primera son las vivencias de displacer o dolor como signos de percepción, donde algo queda, y donde se puede pensar que hubo un mal uso o un mal trato, o algo que falto, o algo en exceso. La segunda escena es el encuentro con la nueva vinculación adoptiva, donde las significaciones del niño se encontrarán con las significaciones que construya respecto a las palabras que los adultos dejen caer en función de sus propias particularidades, y donde a veces el verdadero valor traumático se va a constituir con la segunda escena, es decir la segunda escena crea la primera. Ej.: Si el niño que esta esperando que lo pasen a buscar en la escuela, los padres adoptivos demoran o se olvidan, entonces el niño hace una crisis de angustia; esta segunda escena puede que se anude a las primeras escenas donde hubo cierto abandono de la familia biológica, pero lo traumático se constituye en la segunda escena.

                La noción de pérdida de la madre en el caso de niños adoptados desde el nacimiento y en los primeros meses, esta más del lado de los adultos que producen significaciones y no del niño que registra alguna variación. Si es un niño más grande, sin duda que los nuevos encuentros adoptivos se ordenan, sobre el trasfondo de lo previamente establecido, de la duración que éstos hayan tenido. Pero lo importante es pensar  que el niño en su vinculación adoptiva quedará lanzado a enigmas y teorías, y a partir de sus preguntas y las respuestas de sus padres, construirá su historia particular.

        Cada persona en sus particularidades irá definiendo su posición en relación a la falta, y esto irá definiendo sus posibles respuestas en relación a la maternidad y paternidad, cada uno tendrá que construir paulatinamente su posición maternal y paternal.