BOLETÍN INFORMATIVO    13

MARZO  2007

 

 

Cuadro de texto:

 

Registro Único de Adopción

Coordinadora:  Lic. María del Carmen San Martín

Chile 1342 – 4234437 internos 16 y 17

Equipo Interdisciplinario de Adopción

Psicólogos: Lics. Judit Fraidenray y Mariano Segura

Trabajadores Sociales: Lics. Graciela Micheletti y Gonzalo Valdés

Chile 1342 – 4234437 internos 19 - 20

Médico:  Dr. Roberto Nafissi  San Martín 322 5º Piso-4411534

 

 

EL NUEVO AÑO QUE COMIENZA

                        Por la Lic. María del Carmen San Martín

                        Coordinadora del RUA y EIA

 

            Así como cada fin de año hacemos un balance de los hechos acaecidos y los evaluamos objetiva y subjetivamente, el principio de uno nuevo genera la construcción de nuevas metas que nos permitan en el futuro perfeccionar lo que nos haya llevado hacia distintos logros, corregir errores y dejar a un lado los sentimientos de frustración de aquello que no hemos podido obtener.

            Confiamos en el apoyo de quienes nos rodean, ya sea familiar, laboral o socialmente; renovamos las fuerzas de la esperanza  y reforzamos las energías que nos sostengan en el nuevo año.

            En nuestra compleja y ardua tarea laboral dentro del Registro Único y Equipo Interdisciplinario de Adopción, revemos los objetivos de nuestro trabajo diario y nos proponemos esforzarnos cada día para sortear los múltiples obstáculos que se nos van interponiendo .  Uno de ellos, y el más importante: la compra y venta de niños , que no se limita a nuestra comunidad mendocina, sino que –lamentablemente- es un problema internacional.

            Mucho hemos tratado este tema en distintos ámbitos y ocasiones: publicaciones, seminarios, jornadas, charlas personales con profesionales y hasta con los mismos aspirantes a adopción.

            El tiempo de espera se acrecienta a causa de este “comercio” ajeno al sistema legal y esa misma espera es lo que a su vez tienta a los aspirantes a adoptar a “conseguir” un hijo como sea.  Actitud que no considera los riesgos que tal apropiación puede acarrear en el futuro, tanto en ellos como en el niño “conseguido”.

            A pesar de los años, el cambio de conciencia aún no se ha concretado.  Por eso seguimos insistiendo, con la esperanza de que algún día no tan lejano, la comunidad esté atenta a las mujeres embarazadas en conflicto con su maternidad, para permitir nuestra intervención en cada caso; el personal médico se dé cuenta de la importancia del derecho a la identidad de cada niño recién nacido, para que no altere sus datos de nacimiento; los aspirantes a adopción se den cuenta de la importancia de su preparación anterior a la integración del niño a la familia, los Jueces tengan el tiempo suficiente para resolver la situación de niños institucionalizados; las leyes sean modificadas para permitir integrar a una familia adoptiva a los hijos de aquellos padres que no ejercen responsablemente su patria potestad.

            El 2007 es un nuevo desafío.

Lo hemos aceptado y seguimos adelante

 

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TODOS LOS NIÑOS NECESITAN PADRES

 

                                                          Por la Lic. Judit Fraidenray

                 Psicóloga del Equipo Interdisciplinario de Adopción   

 

                        Los seres humanos nacemos en el máximo estado de vulnerabilidad e indefensión y por eso necesitamos de otros para sobrevivir. Los otros sostienen la vida del recién nacido a través de la alimentación, el calor, la higiene, la protección, el cuidado y  la satisfacción de todas las necesidades básicas. 

Estas funciones las puede cumplir cualquier adulto, y un niño así cuidado puede sobrevivir.

Sin embargo ha sucedido muchas veces que a pesar de todos esos cuidados hay niños que han presentado un estado de tristeza, angustia y depresión (hospitalismo),  pudiendo llegar a la muerte (marasmo). 

            De los estudios surgió que lo que les faltaba a esos niños que de alguna manera se dejaban morir, era el afecto y el amor con calidad de único y especial. Ese vínculo amoroso que sostiene la vida. Ese vínculo que solo generan aquellos que se ubican emocionalmente en el lugar de madre y padre.

 El amor, la ternura y la caricia son necesidades básicas para el ser humano, y son las madres y los padres quienes pueden colmar esas necesidades.

El amor es esencial para la continuidad de la vida en el bebé recién nacido y también es esencial para el desarrollo psicológico y afectivo del niño y del adulto.

Los seres humanos necesitamos a lo largo de nuestra vida ser queridos y considerados únicos y especiales para alguien, es decir, necesitamos de un amor diferenciado.

Esta necesidad es vital en la infancia ya que es cuando se siembran la bases en la construcción de la identidad.

El amor diferenciado implica que hay al menos una persona que se ocupa de manera directa y continuada en el tiempo, de atender todas nuestras necesidades. Que ofrece palabras cariñosas y consoladoras, que abriga con abrazos, que peina con delicadeza, que reta con firmeza, que enseña de a poquito a hacer las cosas sólo y que está presente y cerca cuando se la necesita, generando sentimientos de confianza y autoestima.         

Los niños que se encuentran en instituciones como Casa Cuna o mini-hogares carecen totalmente de ese nutriente esencial para el desarrollo, que es el amor diferenciado.

Aunque se les prodiguen cuidados y afecto se sienten abandonados emocionalmente,  tristes, enojados, desprotegidos y desconfiados. No pertenecen a nadie y nada ni nadie les pertenece. Deben aprender, como puedan, a cuidarse a sí mismos . Están en el mismo estado de indefensión y vulnerabilidad afectiva que tuvieron al nacer.

 La única posibilidad que ellos tienen de lograr un desarrollo afectivo saludable y de tener un futuro con posibilidades es tener un amor diferenciado, es decir: tener una mamá y un papá.

Las personas que quieren adoptar temen a los niños que están en instituciones, les temen a sus historias, a sus reacciones, ven en los niños todo lo que traen pero no pueden ver todo lo que les falta. Y es allí donde es necesario mirar y apostar

            Ser madre y ser padre no es tarea fácil.

Cuesta y cansa atender y cuidar a un bebé o a un niño o a un adolescente. Se necesita poder renunciar a aspectos de uno mismo para comprometerse e involucrarse completamente con otro ser humano.

Significa estar aprendiendo cada día.

 Aceptar al hijo como un ser diferente y único que demanda y necesita nuestra energía para crecer.

Darse como madre o como padre otorga una intensidad en la vida y una trascendencia emocional que no puede lograrse por ningún otro medio.

 

 Tenemos dos posibilidades:

 o creemos que los niños institucionalizados están atados a su pasado y condenados por ello;

 o por el contrario creemos que tienen un mundo de posibilidades hacia adelante y de la mano de nuevos padres podrán abrir las puertas que aún desconocen.