Cuando un niño adopta su familia

                                                                                       Por Mag. Liliana Barg[1]

“Si observamos con atención que es lo que les da placer  a los niños que se crían con su familia biológica, podremos saber qué es lo que un niño adoptivo necesita en forma urgente”.

                                                                      D.W. Winnicott

El papel de las instituciones

Generalmente cuando se habla de adopción, es común que se evalúe a los a padres que adoptan un hijo, que se haga referencia a padres adoptivos, a hijos adoptivos, a un niño en condición de adoptabilidad, a pretensos adoptantes. Pocas veces se tiene en cuenta que también el niño es  quien adopta  o no a su familia. Este es el enfoque que pretendo dar a mi trabajo intentando otorgarle a él o a ella, un lugar de sujeto activo cuestionando al menos desde las representaciones, y no desde lo legal, el lugar de “otorgado en guarda provisoria” o “adoptado”  que tiene un fuerte sesgo de pasividad.

Siguiendo a Francoise Dolto, podemos reconocer que los eventos que sobrevienen en los bebés de menos de 9 meses de edad deben ser relacionados con otros acontecimientos que se habrían producido durante la vida intrauterina. Desde la intención de la madre biológica a realizar un aborto, pero continuar el embarazo por la falta de accesibilidad, la posibilidad de enfrentar la crianza a pesar de las dificultades o la decisión de no interrumpir el embarazo pero dar a su hijo en adopción. En este último caso, se podría dar lugar a la madre biológica a conocer a su hijo, a tocarlo, a mirarlo, a dejarle una carta o una ropita o una manta o en otros casos respetar a las mujeres que rehusan ver al niño,  que no quieren reconocerlo por la mirada y que es necesario que alguien lo haga para facilitar la edificación de su identidad.

En todos los casos deben haber suficientes razones para una mujer que opta por esta decisión. Es necesario respetarla y acompañarla y también pensar en el niño que tiene derecho apenas nace,  a conocer esta decisión ya sea por parte de la madre o de quien se encargue de su cuidado inicial que debe transmitirle lo que ha dicho la madre, qué ha querido esta madre que se le trasmita al hijo, evitando cualquier manifestación de violencia institucional.

Cuando una mujer en el embarazo decide dar a su hijo en adopción,  las instituciones ofrecen un seguimiento médico? la prepararan para el parto con otras mujeres? le permiten madurar su decisión sin presiones? se prepara al recién nacido para el abandono?.

Si esto es así, la mujer se sienten respetada y reconocidas como madre sin la proyección de representaciones idealizadas de lo que debería ser una madre. Puede de este modo trasmitir directamente su deseo de darle vida y las razones que le impiden criar al hijo y elaborar el camino consciente y sobre todo inconsciente que la llevó a este acto de abandono.

Si la madre decide no verlo, y en la maternidad se lo coloca al niño sobre su vientre apenas nace, la violencia ejercida en este acto seguramente tendrá efectos severos en el desarrollo emocional de este niño. La madre fue molestada y el niño también ya que durante la vida intrauterina el feto “escucha por la piel”. El tacto es el más arcaico de nuestros sentidos, es un órgano de comunicación activo y sutil. En los casos  en que la madre y el padre lo deseen, ese momento del nacimiento  no se repetirá nunca más. Ese primer contacto, piel a piel asociado al mirar y al hablar, es el símbolo mismo de la separación o mas bien de la inversión espacial que opera el nacimiento. Tocar, ser tocado, para poder separarse, es la diferencia fundamental entre la vida intrauterina y el nacimiento, entre la continuidad del lazo o el anuncio de una ruptura.

Ese niño en la instancia de la separación definitiva de su madre tiene derecho, no de un pasaje al acto violento y mudo de un equipo sino a la palabra, a lo que la madre desee transmitir en relación a las razones del abandono. Y si no puede hacerlo a través de la palabra oral, que quede por escrito, que figure en su expediente y que nadie se crea autorizado para eliminar estos elementos que la madre eligió para dejarlo.

Si esto es así, el niño estará mejor capacitado para adoptar a su familia. Nos preocupamos lo suficiente por respetar las condiciones necesarias para que un niño sea capaz de adoptar él también a su familia, una historia y la identidad que ésta presupone? A veces, el apuro,  la precocidad en el momento de la adopción,  no posibilita al niño a transitar el duelo que debe hacer por su familia biológica y como todo duelo es preferible que se cumpla en el momento de la ruptura. Aún en el caso extremo de los niños abandonados en la vía pública, no debe esto transformarse en un secreto. Debe ser inmediatamente dicho y retomado tantas veces como sea necesario para evitar que la ausencia de información se convierta en un secreto. En estos casos es necesario darle una historia lo más coherente posible: ”Tu madre de nacimiento te dio la vida y quiso que fueras adoptado. No la volverás a ver y no conocerás a tu padre porque desconoce tu existencia. Pero estás acá porque quisiste vivir y ella quiso que vivieras. Las personas que conocieron a tu madre hubieran deseado que las cosas fueran diferentes, pero eso es imposible...”

En relación a la familia adoptiva, las preocupaciones inmediatas están relacionadas a  su entorno, a lo que debe o no decir en relación al origen del hijo. Tienen ganas de contar? Tal vez no. Los abuelos preguntan algo? No es necesario decir todo, ni en forma inmediata ni a todo el mundo. Son cuestiones que hacen a la intimidad de la familia y como tal deben preservarse. A los niños hay que contarle todo, pero no de cualquier forma  o a cualquier chico. De pensar que por ser pequeños no hay que decirles nada se pasa a decirles cualquier cosa porque lo entienden todo . Y eso es un error. Tampoco cualquier persona no puede decir cualquier cosa en cualquier circunstancia. La posición del sujeto respecto del niño tiene mucha importancia, si es el juez, la maestra, la abuela, el psicólogo o un amigo, no es lo mismo.

Las personas que trabajan en instituciones deben saber que su función está relacionada con  trámites administrativos o con la situación jurídica, con el encadenamiento de los hechos gracias a los cuales el niño encontrará su coherencia interna. No se debe censurar la información a los padres adoptivos para que ellos puedan construir la historia.

Cuando existen poca información respecto a las razones por las que la madre da en adopción es necesario buscarla. El silencio se transforma en secretos  y en pretextos para no hablarle de inmediato porque “los niños no entienden” o "porque se olvidarán enseguida”. A veces hasta se les cambia el nombre original que a menudo es la única garantía de su identidad.

Otro gran problema para los niños es que a veces se tarda mucho en resolver los plazos legales para la adopción. Esto es un gran obstáculo que si se resuelve facilita el proceso y el tiempo necesarioque cada niño y  cada familia,  aprendan a conocerse.

La separación inicial.

Un niño adoptado es un niño que ha padecido una separación inicial de su familia biológica. Por lo tanto hay que considerar esta separación como una problemáticaque no se resuelve con la mera readaptación ambiental a otro ambiente familiar, porque esto a menudo no es suficiente para que el niño recupere la salud.

En el mejor de los casos, el niño puede beneficiarse con un simple cambio ambiental, empieza a mejorar y es cuando es capaz de experimentar rabia por la separación pasada. La salud mental  puede alcanzarse si se experimenta ese odio que se expresa a veces como una depresión y que debe ser manejado y entendido por los padres adoptivos o los profesionales de las instituciones como una posibilidad de recuperación a la enfermedad o sufrimiento psíquico del niño y no como  a veces hemos escuchado, pensando que el niño es “ingrato”o que no sabe reconocer todo lo que se hace por él.

Es necesario tener en cuenta que estas cosas ocurren cuando existe un buen ambiente que por  distintas circunstancias se destruye (muerte de los padres por ej.) o cuando ese marco adecuado nunca existió y por lo tanto es importante estudiar todo el tema del desarrollo emocional del niño.

Si estos aspectos no son tenidos en cuenta, se puede caer en formulaciones simples tales como pensar que por el hecho de la adopción, por darle un ambiente saludable, estos aspectos se resuelven “idealmente o mágicamente” y en poco tiempo. Por el contrario,  la rabia cuando aparece, puede indicar que hay esperanzas ya que el niño es una unidad capaz de sentir el choque entre lo que tal vez imagine y lo que concretamente encuentra en eso que denominamos realidad compartida. Aún los síntomas antisociales son tanteos en busca de una recuperación ambiental, y lo que indican es esperanza. La conducta antisocial también debe interpretarse en ese sentido como parte de esos sentimientos y recuerdos que permanecen a un nivel inconsciente y que para que se resuelvan el niño debe también adquirir  confianza en el nuevo medio, en su estabilidad y superar la angustia que cada nueva separación pueda desencadenar.

Las posibilidades de recuperación

¿Cuales son las medidas prácticas para ayudar a un niño  en esta situación?

1.      Agilizar desde el punto de vista legal, los procedimientos administrativos, el derecho y la reserva de la identidad.

2.       Contar con seres humanos cuidadosamente elegidos para atender al niño, que puedan reconocer éxitos cuando se logran, examinar los fracasos y sus motivos, reconocer que el cuidado de un niño adoptado es un proceso que absorbe todo el tiempo de una persona y que a veces no se dispone de suficiente reserva emocional para enfrentar otros problemas o procedimientos administrativos que deberían ser resueltos por otras personas que no estén al cuidado directo del niño.

3.      Que los padres adoptivos quieran darle al niño una vida familiar como la que debieran darle sus verdaderos padres. Esta es la solución ideal pero también es esencial que los niños puedan en estos casos, responder a todo lo bueno que se les ofrece. A veces no están en condiciones de hacerlo.

4.      Darle lugar y tiempo al niño para que activamente pueda adoptar a la familia.

5.      Instituciones que realicen:

-          Un buen diagnóstico psicológico, psiquiátrico del niño. Esto es de fundamental importancia porque tal vez el niño que ha disfrutado de una temprana vida familiar tenga las bases de la salud mental bien establecidas o por el contrario se trata de otro niño (aunque no parezca ser más enfermo) pero que carece de toda experiencia sana que le permita redescubrir y reactivar en un nuevo ambiente bases para la salud mental porque son muy escasas.

-          Personal profesional y no profesional entrenado, tolerante, para abordar y acompañar al niño y a sus padres en situaciones de crisis o conflictos

El desarrollo emocional inicial

A fin de descubrir cuál es la mejor manera de ayudar a un niño que va a ser adoptado, es importante determinar qué grado de desarrollo emocional tuvo inicialmente. Para esto es necesario contar con alguna información al respecto:

·        relación madre-hijo

·        relación triangular madre-padre-hijo

·        daño ocasionado por la separación, en qué momento se produjo

A menudo no se disponen de todos los datos, pero se puede inferir de las reacciones del niño en un medio bueno, observando de qué manera lo utiliza el niño. La rabia puede ser considerada como favorable y puede ser un indicador que ese niño tuvo en su medio anterior  experiencias satisfactorias que le permiten obtener un buen desarrollo de su salud mental.

Cuando un niño va a ser adoptado, los profesionales que se ocupan de todo el proceso de adopción deben reunir toda la información posible acerca de la vida  de ese niño hasta el momento presente, por insignificante que fuera. En mi experiencia en el Consejo de niñez en Capital Federal, era frecuente que los jóvenes concurrieran a nuestra oficina a preguntar si teníamos fotos de cuando eran chiquitos, si alguien recordaba a la mamá, si tenían rulitos cuando eran bebés y otros datos que por supuesto no figuraban en sus “legajos” llenos de informes y oficios judiciales.

Un niño criado por su familia pregunta muchas veces cosas cotidianas, qué hice hoy, a qué hora me levanté, qué comimos , a donde fuimos esta mañana y disfruta cuando la madre lo repite una y otra vez. Esto le permite distinguir la realidad del sueño y del juego imaginativo y le gusta que lo ayuden a tomar conciencia de toda la información que posee.

En un niño abandonado la ausencia de información anterior es una seria pérdida. Por eso es importante que los profesionales que luego realicen el seguimiento del caso  mantengan una charla con la verdadera madre, o con personas allegadas que puedan revelar todo la historia del niño, las experiencias del embarazo, algún objeto como un oso, una sabanita que la madre le diera, una canción de cuna preferida, para trasferirlas a la madre y padre adoptivos para que dispongan de esos detalles llegado el momento en que sea necesario.

Un medio posterior bueno

Es posible que al comienzo el niño responda sin demora ante el nuevo hogar y los padres adoptivos piensen que no habrá mayores problemas. Sin embargo, cuando adquiere mayor confianza  el niño empieza a experimentar rabia con respecto a la falla ambiental previa. Es importante que los padres adoptivos y los profesionales entiendan que periódicamente se convertirán en el blanco del odio del niño y que tendrán que soportar esta rabia que en realidad está dirigida a la falla de su verdadero hogar. Sobre todo los profesionales deben estar advertidos respecto a esta situación para evitar sanciones a los padres adoptivos que se sienten perseguidos en el seguimiento de las instituciones y cuando desean que el niño se muestre alegre y cordial y a menudo sucede exactamente lo contrario. Hay que saber que la posibilidad de expresar este odio aún a quienes lo cuidan es parte de su recuperación y del proceso activo de la búsqueda y aceptación del nuevo hogar.

Algunos padres adoptivos actúan a manera de rescate. Para ellos los verdaderos padres fueron los realmente malos y lo repiten una y otra vez con lo cual logran “desviar” el odio que el niño siente hacia ellos. No obstante esta situación perturba lo que es característico en todo niño abandonado, la tendencia a idealizar su propio hogar. Sin dudas, es más conveniente que los padres adoptivos puedan soportar las oleadas periódicas de hostilidad y  sobrevivir a ellas así irá estableciendo una relación cada vez más segura y menos idealizada.

Para que el trabajo sea eficaz, la tarea profesional en el proceso de adopción debe ser personal, sin sobrecarga de trabajo porque esto produce fracasos en el desarrollo del proceso y nuevos abandonos en los niños.

El nuevo hogar para un niño adoptado puede ser maravilloso y el anterior horrible y cruel o viceversa. Si todo sale bien, con el tiempo podrá fantasear con hogares buenos y malos, hablar acerca de ellos, hacer dibujos y juegos y al mismo tiempo empezar a percibir el hogar adoptivo y a sus padres tal como son en la realidad: seres humanos con éxitos y fracasos, pero por sobre todo  ocupar un lugar activo, no solo como un “niño adoptado” sino el de un niño que también adopta su familia. Los que acompañen este proceso ( familiares, juzgados, escuelas, instituciones de salud mental y de salud en general), sin lugar a dudas, son también protagonistas y su tarea es indispensable para que resulte posible la construcción familiar de  una historia basada en la verdad, en el cuidado y en la garantía del respeto a la identidad.

                                                                     Mendoza, setiembre de 2006.-

BIBLIOGRAFIA

Eliacheff, Caroline. Del niño rey al niño víctima. Editorial Nueva visión,  Buenos Airs, 1997.

Winnicott, D.W. Deprivación y Delincuencia. Editorial Paidos, Buenos Aires 1998.

Bourdieu, Pierre. Capital Cultural, escuela y espacio social. Siglo XXI, Buenos Aires. 2005



[1] Magister en Trabajo Social. Coordinadora del Centro de Salud Mental infanto juvenil “Dr. Julio Ardusso”