“De eso no se habla”
Algunas reflexiones sobre “la circulación de los silencios” en las familias adoptivas.
Lic. Lila Gómez
Licenciada en psicología clínica
2005
Marina tiene más de veinte años y consulta por problemas en la facultad. No está segura de la carrera que ha elegido. Dice “Me cuesta entenderme, no puedo expresarme o comunicarme con mi familia y en la facultad. Me cuesta el estudio. Me encierro en mi misma.
Me intenté suicidar hace un año”.
“A los 11 años me enteré que mi mamá no me tuvo, que soy adoptada, en una pelea con mis padres y me cayó como una sorpresa”. Agrega “decirle que no es mi mamá me lo guardo. No comparto la mesa con ellos, no converso”.
Dada la gravedad de la situación, a pesar de ser mayor de edad, decido realizar una entrevista con los padres a fin de indagar la historia vital de Marina y profundizar en la adopción y en el intento de suicidio.
Los padres dicen “Marina nos miente, no rinde y dice que rindió bien, compite con los hermanos, nos recrimina que los chicos les damos todo y a ella nada, y nosotros como padres les damos a los tres hijos los mismo”.
“Con los hermanos tiene gran rivalidad. Saca plata y no nos dice. Tiene problemas de gordura, se enoja porque la ropa no le queda bien, pero tampoco hace nada para adelgazar, sabe que al padre le molestan las mujeres gordas. Cuando se enoja come el doble”.
Cuentan que a los 11 años tuvo peritonitis y comenzó a engordar. Que de los 12 a los 14 años fue una rivalidad total, no daba explicaciones. El padre dice “no entiendo por qué reaccionó así en la adolescencia”. “No entiendo porque le cuesta la facultad si ha sido escolta de bandera en la primaria y era una nena hábil, rápida, adelantada”.
“No tiene grupo estable de amigas, está sola, escucha música... no encaja en el sistema... no quiere compartir con el grupo familiar”...
En relación al intento de suicidio dicen “se tomó una pastillas para llamar la atención”.
Los padres se molestan cuando se los interroga sobre el origen de Marina. Relatan que estuvieron siete años casados sin hijos y por “problemas de ellos” decidieron adoptar. Marina fue adoptada de bebé, en forma legal. Cuando Marina tenía cuatro años, la madre se quedó embarazada de mellizos varones.
En la entrevista, los padres se niegan a seguir hablando sobre la adopción de Marina y dicen “cuando tenía 12 años la llevamos a una psicóloga porque bajó el rendimiento escolar, y esa psicóloga no nos preguntaba sobre estas cosas... no entiendo por qué usted nos pregunta sobre esto, de esto no se habla.... además no tiene nada que ver con lo que nos trae a la consulta”.
Estas son algunas viñetas de un caso clínico que atendí hace tiempo y que he traído para articularlas con algunas teorías a fin de que podamos pensar sobre la construcción de la paternidad adoptiva.
Me pregunto ¿de qué no quieren hablar estos padres? la adopción es un tema del que no se habla. Se le dijo a Marina en una pelea que era adoptada y nunca más hablaron del tema, ni quieren hacerlo. Por qué no quieren hablar de la adopción? Será una forma de negar el origen diferente de los hijos tratando “que los tres hijos sean iguales”?.
Los padres
Sabemos que la paternidad y la maternidad exceden el hecho meramente biológico y tienen que ver con el ejercicio de funciones. Por eso las funciones parentales se desarrollan dentro del conjunto de cuidados prodigados al niño, en el clima de ternura activa, patente y continuada. Haciendo una breve diferencia, podríamos decir que la función materna se relaciona con la posibilidad de brindar contención emocional y la función paterna con la posibilidad de instaurar límites; sin embargo ambas funciones son procesos complementarios que se desenvuelven dentro de la estructura familiar existente, para resguardar el desarrollo físico y afectivo del niño.
En este caso podríamos preguntarnos si la maternidad y la paternidad se ejercen de la misma manera con los hijos biológicos que con los hijos adoptivos. Podríamos pensar que a nivel del ejercicio de las funciones es igual, pero debemos contemplar las diferencias de ambas situaciones en cuanto a las necesidades de conocer sobre el origen y ayudar a los hijos a historizarse. Sin embargo las características de la vinculación de cada padre con cada hijo son únicas u dependerán de la capacidad de vinculación de ambos.
Según el relato, los padres de Marina se esfuerzan por no hacer diferencias en el trato de sus tres hijos pero... ¿no están negando una diferencia explícita que referencia el origen de cada uno? Los mellizos son hijos biológicos del matrimonio, Marina es adoptada. Esto implica una ruptura en la cadena generacional debido a la separación de sus progenitores y la familia de origen.
Este hecho también tiene implicancias en el caso de los padres de Marina, ya que al introducirse “otra sangre” se produce la interrupción de la cadena genealógica de dos familias. Modificación que también influye en la familia extensa (abuelos, tíos, primos) al ver modificado su linaje. En la forma de integración de la hija adoptiva (como representante de lo diferente) se pone de manifiesto ‘la noción de familia’ que tienen los integrantes de esa familia. Este tema se encuentra explicitado en la posibilidad de verbalizar la información y en las características de las vivencias que acompañan al discurso y a los hechos.
En este caso, la información acerca del origen de Marina no puede hablarse, pensarse ni tratarse, se manifestó en una pelea de forma impulsiva pero no permitió la elaboración del tema ni la posibilidad de producir una significación psíquica que les permita apropiarse del hecho. Pareciera que esto resulta peligroso y amenazante para esta familia. Amenazante ¿de qué?
Reconocer a esta hija como adoptada remite a los padres a encontrarse con sus dificultades de procreación que luego pudieron revertirse, (dado que luego pudieron engendrar), pero que quedaron presentificadas en la adopción de Marina... hubo algo que no pudieron hacer y por eso tuvo lugar la adopción. Para que la adopción pueda darse, es importante que los padres se encuentren con duelos personales y de pareja por la esterilidad y por la pérdida del hijo biológico.
Dice la Lic. Eva Giberti "Cuando la negativa a informar dimana de los adoptantes constituye un síntoma referido a la propia omnipotencia, que los lleva a fingir que el niño fue concebido por ellos, negando tanto la esterilidad que padecen como el duelo pendiente y causado por la misma. La omnipotencia también se expresa en el hecho de 'ser los únicos' que 'saben la verdad'. Omnipotencia narcisista contrafigura de la herida narcisista que para ellos significó no poder concebir ". [1] ¿Cómo transitaron los padres de Marina estos duelos?
Podríamos pensar que el silencio sobre el origen biológico de Marina mantiene en los padres la ilusión de haber concebido ellos a la niña. De esta forma los tres hijos tendrían el mismo origen y “sería iguales”, según la fantasía de estos padres. Fantasía que los lleva a suponer que las necesidades de los tres hijos son las mismas, sin poder diferenciar que la necesidad de conocer sobre el origen es de Marina. Quizás esto es lo que ella reclama al decir “a los chicos les dan todo y a mí nada”. Marina siente que los padres la dejan en la nada, en un agujero vacío de datos o información que le permita hilvanar su historia de vida. Los padres verbalizan “Marina no encaja en el sistema”, cabría preguntarnos si esto de “no encajar en el sistema” está relacionado con la rebeldía de Marina al sistema familiar, que propone un funcionamiento “como si”, como si fueran los tres hijos iguales, como si fueran una familia que no necesita hablar.
El actual silencio sobre la adopción de Marina, que antes de sus 11 años era un “secreto de los padres” sostuvo un engaño que dificultó el diálogo familiar, el encuentro y la posibilidad de elaboración de la adopción con la aceptación de las diferencias que esta situación implica. En consecuencia generó un marco de angustia, temor y silencios que obstaculizan y entorpecen la relación entre Marina y sus padres ya que “el descubrimiento del ocultamiento de la verdad” se ha convertido en una amenaza constante al rol de padres. Marina lo expresa cuando verbaliza “decirle que no es mi mamá me lo guardo”, al igual que la madre de ella se guardó durante 11 años que no era su progenitora.
Sin embargo, el silencio de los padres no acalla el deseo de Marina de saber sobre el origen, esto se asocia con la autoconciencia o conciencia de sí, autoconciencia de saberse sujeto: es el punto en el cual la carencia de datos y de posibilidades para obtenerlos limitará la autoconciencia estructurante de sujeto obstruyendo o dificultando la posibilidad de historizar.
La hija
Marina consulta porque no sabe qué estudiar, ha comenzado dos carreras y le ha ido mal. La pregunta por la orientación vocacional esta centrada en el hacer, en qué quiero o puedo hacer, cuestionamiento que remite al ser, quién soy, cómo soy, pregunta que lleva a hurgar en la propia historia de vida llegando en algún momento al origen.
La identidad psíquica y social, responde a la pregunta "¿quién soy? en el contexto de un momento histórico dado. Esta pregunta comprende los valores, proyectos, metas y significados de la vida. La identidad es la auto-representación alrededor de la cual se entretejen las experiencias sociales; la imagen de sí mismo, de la familia y de la sociedad son recíprocas e interdependientes.
El proceso de construcción de la identidad de Marina tuvo una marca significativa cuando se enteró a los 11 años que era adoptada. Dice “me cayó como una sorpresa”. Después de este hecho Marina fue internada por peritonitis, comenzó a engordar y bajó el rendimiento escolar que hasta entonces le había permitido llegar a ser escolta de la bandera. Quizás estos hechos manifiestan “en actos” la angustia que nunca pudo ser expresada “en palabras” a través de una conversación aclaratoria con sus padres. Marina solo puede decir “me cayó como una sorpresa” y cuando se angustia “como el doble”, engorda y se enfrenta a los deseos de su padre (quien valora a las mujeres delgadas). ¿Por qué será que come el doble?; ¿no será que quiere llenar con comida este agujero simbólico que la lleva a actuar “como si fuera el doble” que actúa de ella pero no es ella?
Para todo ser humano es muy importante tener una historia, y para un hijo adoptivo es necesario ayudarlo en esta construcción. En cambio, cuando se le oculta o falsea información, éste sentirá que está frente a un rompecabezas donde faltan piezas, por eso no consigue formar claramente la figura. Esto genera sentimientos de confusión y desconfianza, y la percepción de que algo está siendo tapado puede determinar conductas reactivas como las que manifiesta Marina a sus padres desde los 12 años, y que se expresan a través de actos como “no darle explicaciones, mentirles, sacar dinero”.... ¿No será que Marina está haciéndoles sentir a sus padres lo que ellos le hacen sentir a ella cuando silencian datos tan importantes de su historia? ¿No será que con esta actitud los padres la han criado durante 11 años en un marco donde imperaba la “mentira” sobre su situación de adoptada y le “sacaban” partes importantes de su historia al no “darle explicaciones” sobre su origen?
Dice la Lic. Eva Giberti que la estructuración de la identidad del niño adoptado cuyo origen biológico es ocultado y falseado, se irá organizando sobre la ambivalencia de sus padres adoptivos quienes, más allá del amor que sientan por el niño, no podrán evitar un enrarecimiento en el vínculo con él. Esta dificultad en el vínculo padres- hija, se patentiza cuando Marina dice “no comparto la mesa con ellos, no converso, me cuesta comunicarme y expresarme con mis padres”...
La consolidación del sentimiento de identidad depende no solamente del mundo interno del individuo sino también de una serie de factores sociales y económicos que pueden obrar en el sentido de facilitarla u obstaculizarla. En relación a esto, podríamos pensar que el trastorno del sentimiento de identidad de Marina, que la lleva a atentar contra su propia vida, podría ser consecuencia de sus conflictos internos como producto de sus relaciones conflictivas con sus padres, y de los estímulos patógenos que inciden sobre ella: vivir en un ámbito de encubrimiento de la verdad y ataque a su capacidad de percepción, ya que se le dice que es adoptada, pero por otro lado este hecho se niega al tratar a los tres hijos de la misma forma. Quizás estos factores se han potenciado negativamente en Marina al llevarla a atentar contra su propia vida.
Parecería que Marina está tan enojada que no solo ataca su identidad sino la de sus padres, al expresar “decirle que no es mi mamá me lo guardo”. Y como dice Pierre Vertier “sólo pueden convertirse en padres adoptivos, en la medida que el niño los reconoce como padres y madres adoptantes”.
Siguiendo el modelo de las series complementarias de Freud, podríamos decir que la salud mental de una persona depende del interjuego de tres factores: la constitución hereditaria, las experiencias infantiles y los factores exógenos determinados por la cultura y las experiencias vividas por cada uno. Así se pone de manifiesto la imbrincación de lo personal y cultural, lo general y particular...Así podemos decir que el ejercicio de las funciones materna y paterna está atravesado por la conjunción de factores internos mediatizados por los mandatos culturales.
Reconociendo la importancia de los factores culturales en el ejercicio de los roles parentales, creo que si como sociedad podemos generar espacios de pensamiento y discusión de temáticas como la adopción, estaremos propiciando el desarrollo de individuos y familias saludables; ya que lo que puede ser “puesto en palabras” tiene menos posibilidades de “circular como silencios” a través de la repetición de actos que generen sufrimiento, malestar y patologías.
También considero que como profesionales que tenemos influencia en la construcción de la salud mental de las personas, es de fundamental importancia investigar y formarnos en el tema de adopción como una especialidad dentro de la clínica por las características particulares que esta temática significa.
BIBLIOGRAFÍA
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GRINBERG, León - GRINBERG, Rebeca: "Identidad y cambio". Ediciones Kargieman. Bs.As., 1971.
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